El hombre se ha visto envuelto en una vorágine de desarrollo que le arrastra a las grandes ciudades dominadas por la tecnología, espacios donde parece no haber sitio para la naturaleza, ¿o sí?.
Cada vez son más las personas que se apuntan a un movimiento, tanto ecológico, como social: la agricultura urbana. La agricultura urbana surge de la mano de la Revolución industrial y el éxodo a las grandes ciudades, cuando los obreros recibían un salario ínfimo que no les permitía cubrir sus necesidades básicas, y una de las oportunidades que vieron para subsistir fue la creación de pequeños huertos en los límites de las ciudades. Estos huertos solían ser comunes, pertenecían a un grupo de personas que normalmente vivía cerca de ellos, y, además de alimentarles, les permitía comerciar con los alimentos a unos precios asequibles para los obreros de la zona.
Hoy en día este fenómeno está cada vez más patente. En España existen numerosos huertos urbanos en todas las grandes ciudades. Normalmente se sitúan en solares o zonas abandonadas de la ciudad, aunque no es extraño encontrárselos en cunetas o incluso fuentes, reconvirtiendo estos espacios en lugares de convivencia que permiten a los ciudadanos recuperar una humanidad y una naturaleza que, a primera vista, parecía perdida. Son huertos ecológicos, generalmente promovidos por asociaciones de vecinos, en los que la entrada es totalmente libre y donde la gente que acude, así como sus motivaciones, son muy distintas.
Lo interesante de estos huertos no es sólo su capacidad de adaptación en un medio que les es hostil, sino también la gran cantidad de movimientos sociales que se fraguan en ellos. Lo que empezó como un pequeño huerto, acaba por convertirse en un improvisado ágora donde distintas generaciones discuten temas de todo tipo, comparten experiencias, donde surgen movimientos sociales y políticos impulsados por la sociedad y para la sociedad, donde el nihilismo social desaparece.
¿Es este el inicio de la resistencia? ¿Acaso comenzamos a darnos cuenta de que un desarrollo desmesurado sin objetivo alguno, como el que estamos viviendo, no lleva a ninguna parte? ¿Viviremos un éxodo masivo a las zonas rurales? Sea como fuere, está claro que es necesario un cambio de actitud urgente con respecto a la naturaleza, si no queremos que la realidad que nos pintó Huxley en Un mundo feliz acabe por ser algo más que simple literatura. Estos huertos urbanos son un pequeño paso al alcance de todos que os animo a descubrir
