El ser humano nunca ha podido acceder directamente a la naturaleza, es por ese motivo por el que desarrolló la tecnología; ésta no sólo le permitía relacionarse mediáticamente con la naturaleza, sino que hacía más productivas y eficientes las actividades humanas cotidianas. Pero hoy en día no podemos decir que la tecnología sea un mero medio al servicio de la actividad humana, sino que también es una poderosa fuerza que actúa en la trama social. El avance tecnológico ha cambiado nuestra forma de relacionarnos los unos con los otros, la forma de expresarnos, la manera de desenvolvernos en el mundo, y sobre todo nuestra actitud hacia la vida ¿Podemos seguir afirmando que la tecnología está al servicio de la humanidad, o deberíamos plantearnos si es que son los humanos lo que están al servicio de la tecnología? ¿Es posible hacer un sistema de producción humanista?
Ahora bien, antes de seguir avanzando cabría preguntarnos y reflexionar sobre nuestro sistema de producción, ya que el avance tecnológico está íntimamente ligado a la producción, y todo ello afecta a las relaciones humanas que se dan en la sociedad: ¿Cuáles son las características de nuestro sistema de producción? Nuestro sistema productivo no atiende a las necesidades humanas, produce constantemente y de manera irracional, esto es, desconociendo si su producción satisfará la demanda social o no. La producción del trabajo se realiza individualmente sin establecer contacto con otro ser humano, luego, si desconocemos las necesidades del otro ¿Para qué trabajamos? El trabajo ha dejado de ser ese yo abstracto como diría Hegel en el que nos realizamos, y ha pasado a ser ese producir constante de forma mecánica en el que no se contempla las necesidades humanas. No hay que perder de vista que el trabajador es a la vez consumidor ¿Cómo va a trabajar individualmente? Si trabaja aisladamente sólo responderá a sus necesidades, de ahí que en este sistema prime el egoísmo, el fin individual y no el colectivo. Al trabajar para otra persona es cuando el trabajo adquiere una acción transformadora, esto es, el yo al trabajar es reconocido por el otro en el trabajo y viceversa, se da un reconocimiento en el trabajo. Yo trabajo y y tu me reconoces así por eso mismo, porque tú también trabajas.
La sociedad, por mor de la continua producción-consumición crea falsos deseos en los individuos, de manera que pasa a ser la única que pueda "satisfacer" dichos deseos (consumiendo sus productos) bajo una promesa de felicidad. El problema aparece cuando el sujeto se percata de que la consumición de dichos productos no le genera felicidad sino desilusión, y es entonces cuando embauca su vida a la eterna consumición que desemboca irremediablemente en la continua insatisfacción. Esto no significa de modo alguno que el sistema engañe al sujeto, sino que es el sujeto mismo el que se auto-engaña ya sea de manera consciente, preconsciente o inconsciente porque quiere creer cualquier patraña que le proporcione algún tipo de placer por pequeño que sea, y se funde con el conformismo mermando su capacidad crítica. Engáñame, necesito creermelo. De esta manera el sujeto deja de lado su individualidad para convertirse en un sujeto ejecutor de unos deseos que no le pertenecen.
¿Es posible hacer un sistema de producción humanista? No, puesto que pensar en un sistema productivo que no se preocupe del beneficio sino de los seres humanos sería no pensar en un sistema productivo tal y como lo concebimos. Por ello, creo que antes de pensar en la posibilidad de un sistema de producción humanista tendríamos que plantearnos la siguiente cuestión: ¿Los principios de la vida están subordinados a los de la mecanización, o son los principios de vida los predominantes?
La sociedad, por mor de la continua producción-consumición crea falsos deseos en los individuos, de manera que pasa a ser la única que pueda "satisfacer" dichos deseos (consumiendo sus productos) bajo una promesa de felicidad. El problema aparece cuando el sujeto se percata de que la consumición de dichos productos no le genera felicidad sino desilusión, y es entonces cuando embauca su vida a la eterna consumición que desemboca irremediablemente en la continua insatisfacción. Esto no significa de modo alguno que el sistema engañe al sujeto, sino que es el sujeto mismo el que se auto-engaña ya sea de manera consciente, preconsciente o inconsciente porque quiere creer cualquier patraña que le proporcione algún tipo de placer por pequeño que sea, y se funde con el conformismo mermando su capacidad crítica. Engáñame, necesito creermelo. De esta manera el sujeto deja de lado su individualidad para convertirse en un sujeto ejecutor de unos deseos que no le pertenecen.
¿Es posible hacer un sistema de producción humanista? No, puesto que pensar en un sistema productivo que no se preocupe del beneficio sino de los seres humanos sería no pensar en un sistema productivo tal y como lo concebimos. Por ello, creo que antes de pensar en la posibilidad de un sistema de producción humanista tendríamos que plantearnos la siguiente cuestión: ¿Los principios de la vida están subordinados a los de la mecanización, o son los principios de vida los predominantes?
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