martes, 8 de enero de 2013

El secreto del Homo faber


Desde 1867 y, tras algunas de las consideraciones marxianas sobre la génesis y desarrollo del capitalismo, analizar estos orígenes ha cobrado un cariz crucial en el estudio sobre toda alternativa al sistema. Esta tradición es también adoptada por el movimiento (eco)feminista, sobre todo en la línea de corte más constructivista. Ciertxs autorxs defienden, dentro de esta corriente, que la transición al capitalismo precisa, en su origen, unas condiciones materiales muy determinadas que, apoyadas en la dominación, buscaban la acumulación inmensa de capital. Marx lo defiende en los siguientes términos: “El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras [...] constituyen factores fundamentales de la acumulación primitiva”. El análisis feminista se diferencia de el de Marx a partir de aquí, fundamentalmente porque él analiza estos fenómenos casi exclusivamente desde la perspectiva del proletariado industrial obviando así la importancia y profundidad de las transformaciones que produjeron estos cambios en la posición social de la mujer y en la reproducción de la fuerza de trabajo. Nos referimos, más concretamente, a la mistificación y progresiva invisibilización de la producción y reproducción de la fuerza de trabajo ejercida por la mujer. Perpetuadas a lo largo de los siglos XVI y XVII con la llamada “caza de brujas” donde se erradicó la autonomía e independencia del trabajo femenino que contaba, durante la época feudal, de mejor consideración.
Defienden, asimismo, que la acumulación primitiva no fue exclusivamente una acumulación de mercancía (humana o de capital), sino también y, necesariamente para la génesis del capitalismo, una acumulación de divisiones y diferencias dentro del cuerpo (en sentido metafórico y literal) de la clase trabajadora.
Adrián Mata Pérez.

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